Hace el ademán. Estira la mano derecha y, de repente, la vuelve a subir a la altura de los labios. Sería una noche de subidas.
Daddy Yankee no puede rascarse donde más le pica y, entonces, cierra uno de los zipers de la gabardina que lo encubre. El blin blin de las gafas le da un brillo que delata la expresión de sus ojos: los vira hacia arriba y respira hondo mientras el ascensor trasero del “Choliseo” lo seguía elevando.
Daddy Yankee no puede rascarse donde más le pica y, entonces, cierra uno de los zipers de la gabardina que lo encubre. El blin blin de las gafas le da un brillo que delata la expresión de sus ojos: los vira hacia arriba y respira hondo mientras el ascensor trasero del “Choliseo” lo seguía elevando.